Esta nota la escribí para la revista Voz Empresaria numero 112 de diciembre de 2001, en aquel entonces ocupaba la secretaria de producción de la CEPBA, eran tiempos de crisis políticas y socioeconómicas por la Depresión Económica que nos mataba.
Crisis agropecuaria : la mentira de la Argentina productivista y competitiva
Creer que en la crisis terminal que nos llevo la aplicación de las recetas liberales en nuestro país, el sector agropecuario no fue afectado porque aumento su volumen de cosechas, su volumen de producción de lácteos, se mejoro la eficiencia de los productores, por virtud en la eliminación de las retenciones a las exportaciones, se termino con el “proteccionismo estatal”, por la convertibilidad que favoreció la apertura comercial permitiendo el acceso y la masiva utilización de los “nuevos paquetes tecnológicos” llámese herbicidas, fertilizantes, maquinarias, transgenicos, etc.
Hablar sin sonrojarse de la Argentina verde y competitiva tomando como parámetro que en la década del 80 producíamos menos de una tonelada de grano por habitante y hoy a duplicarse la producción llegando a dos tonelada por habitante para explicar el boom exportador agropecuario es por lo pronto una ingenuidad y una verdad a medias, mejor dicho una falacia histórica que los conocidos de siempre utilizan queriendo encontrar algún efecto positivo dentro del desastroso marco en que nos encontramos sumergidos gracias al recetario neoliberal .
La verdadera realidad del sector, producto del cambio de reglas que significo la implementación fundamentalista de las recomendaciones del Consenso de Washington que justificaron la desactivación del entramado institucional, que aunque debilitado seguía vigente hasta principios del 91, en virtud de los decretos de desregulación económica provocando la disolución de la Juntas Nacionales de Granos y de Carnes, mercados de concentración, institutos de investigaciones, y diversos organismos de fiscalización y regulación de productos, desregulación del comercio interior y exterior, del sistema de transportes, eliminación del precio sostén (valiosa herramienta utilizada en los países del primer mundo para regular la actividad agropecuaria), todo con el fin de alcanzar los “beneficios del libre juego del mercado”, cosa que logramos y sus verdaderas consecuencias son la concentración económica, la extranjerizacion del a industria alimentaria y de la comercialización final de alimentos ( hipermercadismo), la desarticulación de los complejos agroalimentarios regionales, aumento del poder en el sector de las grandes empresas en detrimento de los medianos y pequeños productores, creciente dependencia del productor de las empresas transnacionales proveedoras de insumos: semillas, fertilizantes, herbicidas, etc, el aumento de los costos fijos por destinar mayores recursos económicos a la producción, la toma de créditos para reconvertirse en producir mas volúmenes y aumentar la escala de producción para mantener la rentabilidad empujo a la mayoría de los productores a un fuerte endeudamiento financiero en un marco de gravosas tasas de interés, entre otros factores que provocaron que la tan mentada Argentina verde y competitiva solo favoreció la concentración en los grandes productores en detrimento de los medianos y pequeños que son la mayoría de los productores agropecuarios, entre 1988 y 1999 en las estadísticas hechas por diversas consultoras se estimaría una destrucción total de unidades productivas del orden del 25% al 35 % en la región pampeana que si tomamos las pequeñas y medianas unidades llegaría al 45% , en el sur de Santa Fe una investigación conjunta entre la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario y del Grupo de Estudios Rurales contabiliza que el 83% de los productores de soja de hasta 50 hectáreas han desaparecido, en los productores medios apenas disminuía el porcentaje, estos índices de desastre se repiten entre los productores tamberos, fruticultores, tabacaleros, cañeros, etc. de todo el país.
El discurso oficial sostenido interesadamente por las empresas proveedoras de insumos, técnicos y periodistas especializados de los grandes medios de comunicación, en que la escala de producción, los paquetes tecnológicos mas el capital son los pilares fundamentales, sigue desconociendo la verdadera realidad: la riqueza que genera hoy el campo se concento en pocas manos en detrimento de la mayoría mipymes agropecuarias y lo que es mas grave aun en un país excedente en alimentos : la obscenidad descarada que representa que millones de compratiotas sufran de hambre en el nación con mas alimentos por persona del mundo.
Indudablemente el modelo de la Argentina verde y competitiva debe ser revisado de manera urgente, aprovechando el intento de cambiar al menos el eje discursivo en la construcción de una alianza productiva que sostienen las actuales autoridades gubernamentales, que permitiría recuperar algunas herramientas de política económica. Seguramente el camino no es volver a la antinomia campo industria pero tampoco endiosar la producción de productos primarios sin valor agregado de los cuales el precio no lo ponemos nosotros; como así tampoco defender mezquinamente los intereses sectoriales.
Debemos empezar de nuevo, pensando un modelo integral de país en la fuerte articulación de los sectores productivos agropecuarios, con la industria y el comercio minorista, potenciando el desarrollo local y regional, revisando las falencias estructurales e institucionales que tenemos, sin ningún tipo de dogmatismo ideológico. Promoviendo y utilizando las habilidades, los recursos naturales, tecnológicos e intelectuales que tiene nuestro país es posible construir un proyecto estratégico de desarrollo que contemple el bienestar general dejando de lado los privilegios y egoísmos sectoriales, favoreciendo los efectos multiplicadores que tienen los procesos de recuperación económica que inexorablemente debemos transitar.
Para recorrer en este sentido se necesita mucha perseverancia, claridad de objetivos, consecuencia en el discurso y las practicas, pero por sobre todo entender que las soluciones no son mágicas, no obedecen únicamente a un contexto macroeconómico favorable, que puede ser condición necesaria pero no suficiente, dependen fundamentalmente de la capacidad que tengamos de construir un modelo alternativo, es en ese rol que nuestra institución debería seguir complementándose y fomentando la comunión entre los distintos actores sociales llámese entidades del campo, la industria, el comercio, los grupos académicos y técnicos, los emprendedores, los trabajadores, los legisladores, los gobiernos provinciales y municipales.
Avanzar de la protesta a la propuesta es el camino, hoy se estarían dando las condiciones para la construcción de un modelo con predominio de los sectores productivos, de nuestro accionar cotidiano depende la organización de una corriente de sustento sociopolítico y económico para que esta vez los sectores beneficiados por el modelo neoliberal no se queden con nuestro futuro.
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