El camino de la resignación.
Esta breve reflexión esta dirigida a la generación que allá por el 82 despertamos en la militancia partidaria, pero en definitiva para todos aquellos que tengan algún espíritu critico y de esperanza.
Hace casi veinte años, nos encontramos en la participación en la militancia del radicalismo con ideales de aportar para vivir en una sociedad mas democrática mas justa mas igualitaria, nutridos por los principios rectores que hacen a la historia de la UCR, no sin discutir sobre renovación, sobre cambios, sobre métodos, o practicas políticas, participando y debatiendo en seminarios, congresos o asambleas sobre la situación internacional, nacional, provincial, municipal y partidaria, no sin ásperas disputas de espacios personales, no sin egoísmos, mucha veces mirándonos el ombligo.
Indudablemente los tiempos cambian , el tiempo pasa, pero los dilemas siguen siendo los mismos o mas graves, después de veinte años ¿mejoramos la vida institucional?, ¿mejoramos la condiciones de vida de la ciudadanía?, ¿ sobre que ideas debatimos?¿cuáles son los ejes de discusión del accionar político? obviamente si nos escuchamos, si entendemos lo que repetimos cada vez mas seguido. “ Esto no da para mas” esto así como va no sirve para nada” “las internas radicales están absolutamente desvirtuadas” “sin plata no se puede hacer política” “ el partido no define nada” , frases o verdades a medias como estas sobran entre aquellos que compartimos ideales, proyectos, discusiones, debates, elecciones, peleas, desilusiones e ilusiones pero sin embargo a la hora de ejercer , de transformar la palabra en acción concreta en función de defender las ideas, los principios, nada la resignación, la justificación, el dale que mas da. Indudablemente somos responsables por comodidad, complicidad o incapacidad de esta cáscara vaciada de contenidos que es el partido.
Debemos preguntándonos hasta donde somos capaces de descender en el descrédito social, cuando nos vamos a despertar o acaso pensamos que nos podemos salvar con un currito temporáneo mientras la mayoría de la ciudadanía se hunde en la miseria provocada por un modelo económico con el que supuestamente no se puede hacer otra cosa que padecerlo, por la deserción de la clase política que debe mostrar alternativas, nos olvidamos cual era la CAUSA de nuestra militancia política.
No hacemos política para conseguir unos remedios, para entregar unas bolsas de comida para repartir unos planes trabajar, para hacer un par de favores para conseguir un sueldito, ¿O si?
“No sabemos lo que nos pasa y eso es lo que nos pasa” sostenía Ortega en la crisis española de los años 30.
Estamos perdidos en la niebla y nadie se quiere hacer cargo de su responsabilidad, no nos creemos, la palabra no existe, todo da igual, que mas da, dale que va, así nos va!!!
Este es el camino de la resignación. ¿Otro camino es posible?
Ante el cuadro de crisis recurrente en el cual la injusticia y la impunidad se profundizan en un marco de una propuesta concentradora en lo económico, elitista y de expulsión de vastos sectores sociales a limites de marginación extremos, sumados a la consolidación del pensamiento único, el individualismo, el descreimiento y la desconfianza de la ciudadanía en las propuestas partidario-políticas tradicionales.
Tenemos la obligación y la necesidad, como hace 100 años, de ser instrumento del pueblo contra el privilegio y la opresión. Estas palabras no están pasadas de moda, no tienen olor a viejo, no nos equivoquemos, los tiempos cambian pero las luchas y los objetivos persisten.
Debemos encarnar una alternativa política, social y económica real, superando el alternativismo electoral vacío de contenido.
Ser progresista en el discurso sin tener contenido, ni practicas, ni soluciones competitivas, racionales y fundamentadas al modelo imperante es ser progresista virtual , ese accionar se agota en la propuesta y en la protesta, pero es incapaz de construir y ejercer las contradicciones en el “poder”.
Sin lugar a dudas nuevamente hoy sufrimos una fuerte defraudación como actores interesados en la política, aquellos que votamos en octubre del 99 a la ALIANZA, objetivamente debemos convenir que nuestro voto fue con una dirección y el ejercicio del poder lo direcciona hacia otro lado.
¿Que capacidad de decisión tienen las estructuras de las organizaciones partidarias?
¿Qué sentido tiene la militancia partidaria? ¿Por qué la incapacidad de los partidos políticos de representar la voluntad de sus electores? ¿Cuál y donde esta el error, el germen del fracaso reiterado? ¿Estamos dispuestos a permitir la estafa reiterada a la voluntad soberana del ciudadano?
¿Seguiremos alimentando la decepción, la desesperanza, la resignación, el repudio de los ciudadanos? ¿Para que llegar al gobierno?
Todas esta preguntas deben ser respondidas y creemos que previamente hay que reconocer como los mandatos del modelo socioeconómico imperante calaron en la realidad partidaria, para lograr un diagnostico preciso de la situación.
No podemos seguir reclamando como el “nene” que se siente mal y le pide a su “papa” que haga algo para solucionar su problema, debemos dejar de ser nenes caprichosos o quejosos que pedimos, y ser adultos que entendemos el problema, pensamos posibles soluciones, las desarrollamos y las ejecutamos.
Pero hacer esta construcción no es fácil pero no imposible demanda mucha claridad, mucha paciencia, mucha participación, mucho consenso.
Creo que parte del camino a seguir es contribuir al fortalecimiento de todos los espacios institucionales públicos, promover la participación, el debate, la discusión sincera de ideas, generar respuestas a los problemas puntuales, crear verdaderos “tanques de ideas alternativos” al modelo neoliberal, no desesperarse aun en las situaciones extremas, buscar amplios consensos, concientizar, ser creíbles con métodos, practicas y accionar consecuentes con nuestras ideas.
Revertir las consecuencias de un modelo que hace años se viene consolidándose no es tarea de un día, pero la consigna debería ser: seguir adelante pensando en nuestros hijos, en los hijos de nuestros hijos, en nosotros, en la mayoría de la gente de bien que desea una vida mejor, Yo no quiero y supongo que nadie quiere para sus hijos o semejantes que las alternativas de vida se reduzcan a engrosar las filas de los desocupados, subocupados, marginados o ser un reopositor de góndola de una cadena de hipermercados o despachante de hamburguesas de la cadena de la M dorada.
Busquemos sacudir las estructuras del partido y los nuevos discursos marquetineros llenos de viejas practicas y que se ponga en movimiento dejando de lado la lógica internista sin contenido, teñida de objetivos personales, y centrar el debate en la discusión abierta de ideas, de cara a la sociedad estructurando una alternativa progresista y superadora con capacidad de dar respuestas concretas.
Y a los resignados, que nos digan que esto siempre fue así y siempre será igual, les respondemos que seguiremos adelante con nuestras ideas y convicciones convencidos que el camino elegido es el correcto, es trabajoso, es mejorable, es perfectible, es largo, pero dicen que el primer paso es el mas largo y que se hace camino al andar, pues sigamos adelante es bueno creer que no hay una única solución, por ahí hay gente que sostiene “que otro mundo es posible”.
Nuestras propuestas políticas deben ser integrales debemos tener en cuenta no solo el interés sectorial o particular sino el interés general; si todos estamos mejor, también estaremos mejor individualmente. Ese debe ser el punto: la solidaridad.
El modelo imperante necesita mucho individualismo, egoísmo, apatía, desinterés, escepticismo, descreimiento, mezquindad, clientelismo, desinformación, pobreza y poca participación, discusión, propuestas, compromiso pero por sobre todas la cosas que los espacios públicos políticos, la instituciones políticas publicas no tengan poder real.
Sin lugar a dudas no alcanza con hacer un pequeño diagnostico de situación o un apretado
enunciado con repetidas propuestas, con las que seguramente todos coincidimos en lo
formal pero luego ¿quién lo aplica en la practica cotidiana?
Podemos leer varios documentos llenos de buenas intenciones, llenos de diagnósticos esclarecedores, sobre economía , sobre gestión, sobre medio ambiente , sobre reforma política, sobre acción social, sobre pymes, sobre democracia participativa pero en definitiva una cosa es pensar , otra decir y otra es hacer y obviamente hay una fuerte disociación entre el decir y el hacer.¿cómo resolvemos esta contradicción? indiscutiblemente con participación, propuestas, responsabilidad y compromiso.
El camino de la resignación nos hace funcionales al modelo de “los ortodoxos del mercado”, que necesitan del descrédito de la política para minimizar la democracia participativa.
El futuro próximo puede ser parecido al huracán que barrio el sistema de partidos en Venezuela o en Perú, las consecuencias inmediatas son impredecibles.
“El temor más pernicioso para una democracia, es el miedo a hablar o escribir un discurso alternativo al dominante, una suerte de parálisis que afecta el ejercicio de la libertad. Erich Fromm y Hanna Arendt denunciaban el miedo a la libertad como un signo de los tiempos preautoritarios en la Alemania de la primera posguerra. Esa experiencia histórica enseñan que las crisis recesivas agudas provocan la búsqueda del “salvador” mesiánico. Son el umbral de todos los totalitarismos. Si el problema argentino registra características distintas a las que examinaran estos pensadores, los síntomas de la anomia argentina permiten abrigar la sospecha de algunas similitudes alarmantes.” Deducía la Fundación Arturo Illia, en una publicación en los comienzos del gobierno de la Alianza.
¿Vamos a seguir mirándonos el ombligo? ¿Esperando con resignación que se cumplan las profecías?
Es hora de terminar con los discursos y poner manos a la obra aportando nuestro granito de arena. Trabajemos entonces.
Julio de 2001.
11/12/07
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